martes, 15 de marzo de 2011

Del Libro Verde a la verdadera soberanía popular


Los cambios que deberían darse en Libia para que pudiese catalogarse como una verdadera democracia
La preocupación por Libia es máxima. Su dictador, Muammar al-Gaddafi, cuyo nombre completo es Muammar Muhammad Abd as-Salam Abu Minyar al- Gaddafi, gobierna Libia desde que en 1969 derrocara el reinado existente mediante un golpe de Estado. Su forma de gobierno, autoritaria, propia de una dictadura militar, ha provocado multitud de manifestaciones por parte del pueblo para que éste abandone el poder. En respuesta a estas movilizaciones ciudadanas, Gaddafi y los suyos han reprendido las mismas con diversos medios de violencia, llegando a causar en torno a 2000 muertes de civiles inocentes que simplemente se manifestaban exigiendo reformas en este Estado islámico.
Para ahondar más en los hechos les remito a la multitud de noticias al respecto que vienen diariamente en la prensa, la televisión o la radio. Yo pretendo más bien arrojar un poco de luz a todo este embrollo, partiendo de un análisis descriptivo del sistema político vigente hasta la actualidad en Libia y proponiendo las medidas que debería acometer dicho país para que su sistema político pasase de ser una dictadura a una democracia real y palpable. Para ello, abordaremos asuntos claves como la creación de partidos políticos; la celebración de elecciones legislativas generales con el consiguiente sistema electoral y la necesaria separación de poderes; la distribución del poder en el territorio o la conveniencia o no de una constitución escrita.
El sistema político de Libia es un sistema particular no clasificado llamado Jamahiriya, un sistema que combina la religión islámica, el socialismo—aunque sólo de palabra—y la democracia directa, también sólo de palabra. Esta ideología es la que proclama el dictador Gaddafi en su Libro Verde. El coronel libio abrazó sucesivamente una contradicción de ideologías que lo han llevado a apoyar el panarabismo, el anticomunismo y a su vez el prosovietismo, el panislamismo, el intervencionismo belicista y un panafricanismo idealizado y pacificador que le convirtió en el artífice de la Unión Africana.
Creación de partidos políticos
Libia necesita unas reformas que pasan inexorablemente por la creación de partidos políticos que posteriormente creen determinado sistema o sistemas de partidos dentro del Estado libio. Este hecho es necesario para que en este país se dé una verdadera articulación de las opciones políticas que aglutinen y den respuesta a las diversas necesidades e intereses de los libios. En Libia no existen partidos políticos como los conocemos en Europa o Estados Unidos. Libia está compuesta de tribus y dos importantes tribus, incluyendo la más grande del país—Warfalla—acaban de pasarse al lado de los manifestantes. Akram Al-Warfalli, figura destacada de esta tribu dijo a la cadena Al Jazeera: ``le decimos al hermano (Gaddafi) que ya no es un hermano, le decimos que se vaya del país´´. Sin embargo, existe otra tribu, llamada Al-Zuwayya, cuyo líder es el jeque Faraj al Zuway, que amenazó con cortar las exportaciones de petróleo a los países occidentales en 24 horas, a menos que las autoridades detuviesen lo que llamó ``opresión de los manifestantes´´, según la agencia Reuters. Otra de las tribus que no se han sumado a los manifestantes es la del propio Gaddafi, llamada tribu Gadafa.  Con ello, observamos que si bien la tribu más  grande del país están del lado de los manifestantes, otras tribus como la anteriormente citada, que hacen las veces de ``partidos políticos´´ en el sentido de articular las demandas de los ciudadanos, no están en contra del autoritarismo de Gaddafi, por lo que es difícil que tribus como éstas, que se niegan al reformismo, sean las artífices de un cambio que, sin embargo, está reclamando la mayoría de la población.  

Celebración de elecciones legislativas
Para que Libia pudiese catalogarse  como una verdadera democracia, una vez acometida la marcha del dictador Gaddafi, el proceso de transición necesario debería pasar por la formación de partidos políticos anteriormente comentada y en virtud de éstos, la celebración de elecciones legislativas generales con sufragio universal libre, igual, directo y secreto. Así como la celebración de los necesarios refrendos, como por ejemplo para la aprobación de una Constitución escrita, tema que abordaremos más adelante. Ante la celebración de elecciones legislativas, se nos plantea la necesidad de determinar un sistema electoral idóneo para este país. El sistema electoral que creo sería el más recomendable para un país como Libia es el mayoritario dentro de un sistema unicameral. La razón de elegir un sistema electoral mayoritario y no uno proporcional radica fundamentalmente en la composición y características demográficas y de articulación territorial del poder en Libia. Libia está compuesta por una sociedad más bien homogénea de baja densidad demográfica y organizada principalmente en torno a la ideología de la religión islámica, siendo una población compuesta por un total de 97% de población musulmana. El hecho es que la religión oficial del Estado actualmente es el Islam y sólo una pequeña parte de la población es católica. Además, el idioma oficial es el árabe, aunque también se habla el bereber y el italiano, debido a su tradición colonial. Todo ello nos indica que estamos lejos de una sociedad fragmentada, ya sea por motivos religiosos, lingüísticos o territoriales, a pesar de que desde 1977 Libia se organizara en 46 municipios y 186 ``unidades administrativas básicas´´, y posteriormente se crearan 26 congresos populares municipales, además de que las competencias de los 19 ministerios que formaran el Comité Popular General (que representa el Poder Ejecutivo) se transfirieron a congresos populares municipales en el año 2000 y con todo y con eso, el poder lo ostenta prácticamente el dictador Gaddafi.
Por todo ello, creo que un sistema mayoritario sería suficiente, al menos en los inicios de la joven democracia, para dar representación a los partidos políticos que se formasen, pues ante la inexperiencia de la práctica democrática, un sistema proporcional complicaría mucho el normal funcionamiento del sistema democrático y no parece indispensable al menos por el momento. Recordemos que Gaddafi no llegó al poder a través de unas elecciones legislativas ni mucho menos, como saben el dictador accedió al poder a través de un golpe de Estado, derrocando al rey existente en el momento y así se ha mantenido en el poder durante nada más y nada menos que 42 años. Ante esta situación, lo más recomendable para una democracia joven es el sistema electoral mayoritario dadas las características y composición demográficas así como la tradicional articulación del poder político sobre el territorio.

Separación de poderes
Para que las reformas anteriores tengan validez es obligatoria la separación de los tres poderes del Estado: legislativo, ejecutivo y judicial. En lo que respecta al Poder Legislativo, el sistema unicameral que como su nombre indica está detentado por una única cámara representativa, es idóneo para una población  poco densa y homogénea, como es el caso comentado en el anterior apartado relativo a la celebración de elecciones legislativas y el sistema electoral. Es cierto que la población libia pasó de tener cerca de un millón de habitantes al final de la Segunda Guerra Mundial a integrar más de 6 millones en la actualidad. Sin embargo, y a pesar de haberse multiplicado por seis en este período, la densidad de la población del país es una de las más bajas del mundo, debido a la gran extensión de su territorio. Además, en lo referente a población inmigrante que podría generar fragmentación social o mayor diversidad de intereses, Libia apenas cuenta con un 3% de la población inmigrante. Ni estos datos ni los relativos a religión o a distribución territorial del poder nos indican que Libia sea un país de sociedad fragmentada que necesite una segunda cámara de representación territorial como lo es el Senado en España. Por ello, y dadas las circunstancias vigentes, creo que un poder legislativo unicameral satisfaría con éxito las necesidades de los ciudadanos como medio para hacer realidad las  propuestas de las distintas formaciones políticas que se creasen a partir de la transición a la democracia.
En lo concerniente al Poder Ejecutivo, las opciones a adoptar serían bien república parlamentaria, bien república presidencial. En realidad no existe a mi juicio preferencia alguna en torno a la adopción de ambos tipos de ejecutivo. Como saben en el caso de tratarse de un sistema presidencialista habría que elegir en las elecciones presidenciales un Presidente, quien es responsable directamente ante el electorado y un Primer Ministro, designado por éste; en cambio en un sistema parlamentario, el Presidente del Gobierno es responsable frente al Parlamento y  es propuesto por el Jefe del Estado, ya sea con poder hereditario—en caso de tratarse de una monarquía—o escogido, en caso de tratarse de una república, como sería el caso de Libia si finalmente adoptase este tipo de ejecutivo. En realidad no hay ninguna característica que haga más o menos recomendable uno de los dos tipos de ejecutivo, lo cierto es que la mayoría de los países ha adoptado una u otra forma por circunstancias históricas y bien podrían servir ambos, elegir un tipo u otro sería muy opinable por lo que me abstengo de realizar este juicio.

División territorial del poder
Aunque ya hemos examinado con anterioridad la división territorial del poder en Libia, recordemos que Libia está organizada en municipios y ``unidades administrativas básicas´´, con sus consiguientes congresos populares municipales a los que fueron transferidas las competencias de los 19 ministerios en el año 2000. Sin embargo, nada de lo que se pretenda hacer desde estas demarcaciones del poder puede acometerse sin el visto bueno del coronel Gaddafi. Por ello, y ante el tipo de sociedad que nos encontramos, la organización territorial del poder más aconsejable para Libia en pro del buen funcionamiento democrático es la unitaria y centralizada, porque no existen de momento características para establecer una descentralización del poder, a no ser que con el tiempo los ciudadanos quisiesen más parcelas de autogobierno en sus territorios, o bien desde el poder central que considerase beneficiosa una descentralización del poder y una transferencia de competencias a los diversos municipios que integran Libia.

Constitución escrita
Libia carece de constitución ni escrita ni no escrita hasta el momento. Se podría decir que el Libro Verde de Gaddafi hace las veces de la constitución del Estado. Lo cierto es que ante la represión ejercida por el coronel y ante su negativa a abandonar un poder que detenta de forma absoluta, se hace indispensable que Libia adopte una Constitución escrita donde los derechos humanos, la separación de poderes y el imperio de la ley hagan de este país el ejemplo de un pacto social consentido y esperado por muchos de sus ciudadanos así como por la comunidad internacional. La preferencia por una constitución escrita a una no escrita, como es el caso de Inglaterra, radica en el pasado autoritario de Libia y la mayor seguridad y compromiso que comporta una Constitución escrita a un Estado que tradicionalmente ha carecido de una norma suprema que haga sentir seguro a un pueblo gobernado democráticamente, dejando constancia por escrito en un código único los derechos y libertades, así como los deberes de los poderes públicos y de los ciudadanos. Más allá de estas cuestiones, en caso de que esta constitución fuese muy garantista, lo ideal sería que fuese más rígida que flexible, ante el miedo a que lleguen al poder personalidades más afines al régimen anterior.


Democracia de mayoría con matices de democracia de consenso
Tras el análisis de todos estos elementos propios de cualquier democracia, nos damos cuenta que Libia sería una democracia de mayoría con matices de democracia de consenso. A excepción de las experiencias de refrendos que es aconsejable para Libia y es propio de una democracia de consenso, así como la recomendada constitución escrita, debido a la fuerte tradición autoritaria carente de separación de poderes, capaz de hacer realidad un marco legislativo supremo inquebrantable por ningún poder del Estado, el resto de características son propias de una democracia de mayoría, a saber: el Poder Legislativo unicameral o cuasi-unicameral, el Poder Ejecutivo de mayoría, gracias al sistema electoral mayoritario. Normalmente se tendería a un sistema bipartidista y hasta sería recomendable la existencia de dos partidos fuertes que articulasen la totalidad de las demandas de los ciudadanos e hiciese más sencillo que las propuestas del partido ganador una vez en el poder saliesen adelante con menos problemas. Dada la composición y características demográficas, el sistema de partidos normalmente sería unidimensional, girando en torno a la religión, aunque sería aconsejable que los partidos políticos evolucionasen hasta formar un sistema de partidos multidimensional que se abriese a encarnar las diferentes opciones que se le pueden ofrecer a una sociedad, como en occidente, donde los partidos se articulan en torno a los cleavages izquierda-derecha; centro-periferia; confesionalidad-aconfesionalidad y/o materialismo-post-materialismo. Por otro lado, y aunque todo está estrechamente relacionado, normalmente esta democracia practicaría un gobierno unitario y centralizado.

Para concluir, cabe decir que todo este abanico de reformas parece utópico a día de hoy; sin embargo, tarde o temprano los países del mundo árabe que, de momento, ya están viviendo una auténtica revolución, tendrán que plantearse todas estas cuestiones, y lo harán, y llegarán a éstas u otras opciones en mayor o menor medida parecidas, pero gracias a la globalización y a los medios de comunicación (a pesar de su censura) sus poblaciones saben que pueden ser gobernados de un modo más libre e igualitario que el actualmente vigente y sólo y gracias a este impulso Libia  y otros países como éste llegarán algún día a vivir su propia transición a la democracia, porque como dijo Winston Churchill en la Casa de los Comunes en 1947: la democracia es la peor forma de gobierno, excepto todas las otras formas que se han probado de tiempo en tiempo. 


2 comentarios:

Daniel C. V. dijo...

Lamentable artículo intervencionista, injerente, falto de conocimiento alguno (repetición de clichés baratos y gastados de tan falsos y usados) de la realidad mucho más rica del pueblo de Libia.

Usted no ha pisado JAMÁS suelo libio. Usted habla en boca de otros. Usted no existe.

El pensamiento colonialista que se permite le reportará, debe esperar, algún tipo de beneficio crematístico que, en justa retribución a su miserable actitud, espero sea proporcional a la misma.

El vacío de comentarios a tanta mediocridad concentrada se deben o bien a su censura o bien a la falta de ética de los contenidos.
Dedíquese a teorizar e imponer sistemas occidentales a su propio país que ya ve lo bien que está con las recetas que sus amos también quieren exportar a Libia.

Bárbara dijo...

Mire Ud, en España, y en occidente en general, así como en algunos países de oriente, existen unos beneficios muy claros derivados de la aplicación del sistema democrático. Como parece desconocerlo, le ilumino un poco: en países con regímenes democráticos existe la libertad de expresión, cosa que en Libia por el momento no; en países con regímenes democráticos se respetan y promueven los derechos humanos, cosa que en Libia por el momento no. Ambos son, a mi juicio y al de muchos demócratas, principios que incluyen otros muchos y que deben ser inalienables al ser humano de cualquier país, raza, edad y/o sexo.

Para que esto se practique en Libia, tengo la convicción de que los cambios que deben acontecer son los que cito y explico en este artículo. Si Ud. no está de acuerdo, es libre de discrepar, pero permítame decirle que no aporta nada descalificando a la autora o al texto en si, sin explicar en qué discrepa y por qué.

Para terminar le diré que, sinceramente, la teoría del colonialismo occidental es, para mi, lo que a Ud. dicen parecerle mis palabras.

Saludos

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Bárbara
Licenciada en Ciencias Políticas y de la Administración por la Universidad de Valencia. Master - Certificado de Estudios Políticos. IEP de Lyon, Instituto de Estudios Políticos de Lyon, Francia. Consultoría política independiente: estudios sociopolíticos, predicción electoral y estudios postelectorales, estudios de opinión pública, cultura política y comportamiento electoral, marketing político y comunicación política.
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