domingo, 21 de agosto de 2011

JMJ vs. 15-M



Tras la visita del Papa a España con motivo de las Jornadas Mundiales de la Juventud (de ahora en adelante, JMJ) y coincidiendo esto con el movimiento o, ya grupo de presión, 15-m, sería interesante realizar unas reflexiones sobre algunos asuntos que están en la calle como motivo de caluroso debate.

Sabemos que la JMJ ha provocado un descontento especial entre los activistas del 15-m, y, al margen de estos, entre otros muchos ciudadanos por diversa índole, a algunos les ha molestado su visita porque no comulgan con las ideas del catolicismo, a otros porque dudan sobre la financiación y temen que se haya costeado con su dinero; están los que se quejan simplemente del bullicio organizado y la imposibilidad de circular con normalidad por la capital o a los que les molesta todo ese compendio de causas a la vez. El caso es que este acto suele provocar este tipo de sentimientos entre gran parte de la población española, como también se escucharon quejas durante el EMF (Encuentro Mundial de las Familias) celebrado en Valencia. Sin embargo, esta vez ha sido distinta. Lejos del descontento para algunos ya habitual cuando se celebran estos eventos, esta vez se han producido unos enfrentamientos que nos han mostrado los medios de comunicación, para los que no hemos asistido al evento. Ante esta situación yo me he planteado algunas preguntas, las cuales quisiera hacer partícipe al lector, y son: ¿Son lícitas moralmente las afrentas de parte de los llamados indignados hacia los asistentes a la JMJ? ¿Deberían estos actos seguir celebrándose en el centro de las ciudades  o deberían habilitarse en zonas periféricas? ¿Hasta qué punto los altercados producidos en esta última visita papal son una radiografía del eje católico – ateo que existe en España? ¿Podemos decir que se ha practicado la tolerancia o la intolerancia autorizando la manifestación que enfrentó a católicos e indignados?  

Estas son algunas de las preguntas que me hago una vez finalizado el evento y conociendo los enfrentamientos producidos. Considero que dada la igualdad de derechos de la que debían gozar tanto católicos como indignados creo que la manifestación laica que tuvo lugar es lícita obviamente porque gozó de la autorización necesaria por parte de la Delegación del Gobierno, pero lo que cabe plantearse es la moralidad de las palabras y afrentas en ella producidas, si bien también cabe plantearse hasta qué punto la carga policial no fue desmesurada. Yo creo que aunque hubiese estado acampada en Sol todo este tiempo durante el cual los indignados lo han estado no habría ido a manifestarme contra la visita del Papa. Creo que moralmente los católicos tienen el derecho de asistir a sus actos tranquilamente y sin disturbios y ni mucho menos insultos. Entiendo que muchos indignados no compartan las ideas y/o valores católicos, pero creo innecesarios los insultos que propinaron al Papa y/o a aquellos que asistían a su visita con entusiasmo. Sí me parece un ejercicio de intolerancia la forma en la que se manifestaron, más que nada por las frases pronunciadas como ``pederastas´´; ``que viene el Papa, cuidado con los niños´´ y frases de ese tipo. Me repugnan los curas que abusan de los niños, como no podía ser de otra manera, pero tampoco veo lógico que se le llame pederasta al Papa o que se incluya a cualquier hombre asistente a los actos entre la categoría de pederasta. 

Respecto a las demandas de la sociedad sobre celebrar estos actos en el centro de las ciudades o en la periferia de las mismas, creo que cabe reconocer las molestias en materia de circulación vial y quizá para evitar esto y/o para no molestar a aquellos que no quieren ni oír hablar de la visita del Papa sería una buena solución para evitar enfrentamientos como los producidos en esta última visita. 

En lo concerniente al latente eje católico – ateo en España, diré que a juzgar por la cifra de los asistentes a la JMJ—que es la de un millón y medio—me considero con capacidad para analizar que contando con que estamos ante unas jornadas mundiales, como su nombre indica, y sin conocer la cifra de únicamente asistentes españoles, creo que los enfrentamientos sí denotan un eje de separación bien marcado, sin embargo, las cifras no parece que corroboren el mismo, pues podríamos estar hablando—siempre teniendo en cuenta que estamos conjeturando—que de ese millón  y medio sólo el último medio está formado por españoles, y si sabemos que en España habitan alrededor de 46 millones de personas, medio millón no parece una cifra muy significativa, por no decir nada significativa. Lo que choca en todo este razonamiento es que, según el CIS, casi el 72% se considera católico, si bien casi el 60% dice no ser practicante, y, sabiendo que asistir a la JMJ es un acto de práctica religiosa católica ello nos indica que fueron pocos los españoles que asistieron a este acto, lo cual no nos permite afirmar que la religión católica en España esté en declive, pues, como hemos conocido, alrededor del 70% de la población española se considera católica, pero las pruebas de la JMJ están ahí y es que el catolicismo practicante está en declive y quizá sólo sea cuestión de tradición. Esa es una cuestión que habría que preguntarle al que dice ser católico. En cualquier caso, obviamente cualquier creyente de cualquier religión goza de su derecho a la preferencia personal acerca de practicar o no la religión en la que cree. 


La última pregunta la contesté en mayor o menor medida cuando respondo a la primera, es decir, autorizar la manifestación laica fue lícito pero moralmente considero que dicha manifestación era innecesaria, lo cual no quiere decir que piense que debería no haber sido autorizada, ni mucho menos, pero creo que habría sido un ejercicio de tolerancia abstenerse al menos de emitir dichos mensajes cayendo en el error de, como se dice coloquialmente, meter a todos en el mismo saco. 



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Bárbara
Licenciada en Ciencias Políticas y de la Administración por la Universidad de Valencia. Master - Certificado de Estudios Políticos. IEP de Lyon, Instituto de Estudios Políticos de Lyon, Francia. Consultoría política independiente: estudios sociopolíticos, predicción electoral y estudios postelectorales, estudios de opinión pública, cultura política y comportamiento electoral, marketing político y comunicación política.
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